Diez razones por las que Irán
no quiere la bomba
Desde el principio de la
crisis nuclear de Irán, Occidente se ha comportado como si las sanciones
internacionales y las amenazas de intervención militar constituyesen la mejor
táctica para alterar la política de Teherán e interrumpir sus actividades de
enriquecimiento de uranio. Sin embargo, todo indica que dichas presiones
punitivas, no importa cuán graves sean, no van a modificar la postura de los
dirigentes iraníes, y que la opción militar sería catastrófica para Irán, para
el Medio Oriente y para todo el mundo. Ya pasó una década y las presiones
occidentales aplicadas a Irán no lograron cumplir sus objetivos establecidos.
En lugar de ello, resultaron en que Irán tiene un programa nuclear expandido y
más sofisticado. Es hora de reconocer estas realidades.
La cuestión que permanece es
si Irán de verdad trata de obtener un arma nuclear. Si Irán da señales creíbles
de que no, las preocupaciones y acusaciones occidentales se reducirán lo
suficiente para permitir una solución diplomática.
La lectura atenta del libro
"The Iranian Nuclear Crisis: A
Memoir", del embajador Seyed
Hossein Mousavian, ex portavoz del gobierno de Teherán en las negociaciones
nucleares, apuntan a por lo menos diez razones por las que Irán no buscaría un
arma atómica.
1. Obligaciones religiosas.- Además del compromiso internacional
asumido por la firma del Tratado de no Proliferación Nuclear (TNP), Irán tiene
obligaciones religiosas contra las armas nucleares. De acuerdo al decreto religioso
(fatwa) el líder supremos, ayatola Jamanei, proscribió el uso de armas atómicas y todo otro tipo de armamento de
destrucción de masas, constituyendo dicho acto como pecado (haram), por ser inútil, caro, perjudicial y una seria
amenaza para la humanidad. Las autoridades iraníes fueron informadas sobre el
punto de vista religioso en 1995,
ocho años antes de que el programa de enriquecimiento de uranio fuera conocido
por Occidente. Todos los grandes ayatolas de los musulmanes chiitas emitieron
la fatwa. La oposición de Irán a las armas de destrucción de masas está lejos
de ser nueva y fue puesta a prueba efectivamente. En la década de los 1980,
durante la Guerra Irán-Irak, Saddam Hussein empleó armas químicas contra Irán,
por las que murieron o resultaron heridos 100.000 soldados y civiles iraníes.
Irán no respondió de la misma forma, porque el ayatola Jomeini se oponía al uso
de armas de destrucción de masas, por sus creencias religiosas.
2. Ninguna ventaja a largo plazo.- De acuerdo a evaluaciones iraníes,
la posesión de armas nucleares proporcionaría tan sólo una ventaja regional a
corto plazo, que se transformaría en una vulnerabilidad a largo plazo, pues
desencadenaría una carrera armamentista atómica regional, con Egipto, Turquía y
Arabia Saudita en busca también de esa arma.
3. Opciones técnicas.- Las configuraciones técnicas que Irán escogió
para sus plantas de enriquecimiento demuestran una preferencia por una
capacidad de producción fuerte de uranio de bajo enriquecimiento, que no
facilita el paso rápido a la producción de uranio de enriquecimiento elevado
para armas atómicas. La investigación
está enfocada en la futura generación de tecnologías nucleares, en lugar de
producción en masa o la instalación máxima de centrífugas. Existen
configuraciones más ventajosas que se podrían poner en práctica en caso de que
Irán estuviese determinado a adquirir armas a corto plazo. Nótese que Irán no demostró urgencia en avanzar en los
esfuerzos de creación de reactores de uso dual para producción de plutonio.
Ninguna de las actividades detalladas en el informe de noviembre de 2011 de la
Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) está dirigida a ningún
armamento atómico específico.
4. Aislamiento.- Irán reconoce que, al convertirse en un Estado con
armas atómicas, obligaría a Rusia y a China a unirse a Estados Unidos, y estos
Estados aplicarían también sanciones devastadoras que paralizarían la economía
iraní. Al convertirse en un Estado con armas nucleares, Irán daría a los
israelíes el argumento definitivo para convencer a Estados Unidos y a la
comunidad internacional de que existe una amenaza real a su propia existencia,
con lo que abriría las puertas a una nueva guerra en Medio Oriente.
5. Aspiraciones.- El objetivo de Irán es convertirse en una nación moderna,
plenamente capaz de competir con Occidente en términos de técnicas modernas. La
mayoría de los políticos prominentes de Irán creen que la posesión de armas
atómicas sería un obstáculo a largo plazo para el acceso a la cooperación
técnica amplia con los países desarrollados. No quieren ver que su país quede
sometido a un aislamiento internacional extremo como el impuesto a Corea del
Norte.
6. Buena voluntad.- Durante las negociaciones de 2003-2005 con
Francia, Alemania y el Reino Unido (UE-3), Irán presentó propuestas que
incluían el compromiso de limitar el enriquecimiento a 5 por ciento, de
exportar todo el uranio producido o transformarlo en elementos combustibles
para reactores, de poner en vigencia el protocolo adicional del acuerdo de
salvaguardas de la AIEA, ya firmado, así como los arreglos subsidiarios de ese
acuerdo. Esto daría el máximo de transparencia a su programa y permitiría a la
AIEA realizar inspecciones en instalaciones no declaradas. Propuso también
enviar su uranio enriquecido para la fabricación de elementos combustibles para
el Reactor de Investigación de Teherán a otro país. De la misma forma, Irán
apoyó la propuesta paso a paso de Rusia, en el verano de 2011, que abordaba
todas las preocupaciones de Occidente sobre las actividades nucleares iraníes.
Estas ofertas estaban destinadas a garantizar que nada de uranio enriquecido se
desviaría para un programa de armas atómicas en el futuro. Por ello, el porta
voz del ministerio del Exterior iraní dijo recientemente que "Irán, a fin
de probar su buena voluntad, fue más allá de los compromisos enumerados por las
normas de la agencia." En ese marco, los esfuerzos de mediación conjuntos
de Brasil y de Turquía fueron rechazados también y Estados Unidos y la Unión
Europea (UE) rechazaron la oferta.
7. Sin existencias.- Las acusaciones contra Irán, por haber almacenado
uranio enriquecido suficiente para construir armas atómicas son engañosas, ya
que la planta nuclear de Bushehr requiere anualmente 27 toneladas de uranio
enriquecido al 3,5 por ciento para sus recargas de combustible. Irán produce
hasta ahora cerca de 7 toneladas y necesita más de 20 toneladas para la primera
recarga de su planta.
8. Ofertas de enriquecimiento.- La mayor preocupación de Occidente y,
por tanto, su prioridad en las negociaciones nucleares, es el uranio
enriquecido al 20 por ciento de Irán. Primero, en febrero de 2010 y, por
segunda vez, en septiembre de 2011, Irán propuso parar el enriquecimiento a 20
por ciento, a cambio de elementos combustibles para el Reactor de Investigación
de Teherán y, repetidamente, Occidente rechazó la propuesta. En una reunión
entre el jefe de política exterior de la UE,
Catherine Ashton, y el negociador nuclear iraní, Saeed Jalili, el 19 de septiembre de 2012, Irán ofreció una vez más
suspender el enriquecimiento de uranio a 20 por ciento si hubiese reciprocidad
proporcional del P5+1. "Si ellos no dan el 20 por ciento (de
enriquecimiento) del combustible, nosotros vamos a suspender de inmediato el 20
por ciento (de enriquecimiento," Ahmadinejad dijo en una entrevista a la
televisión estatal iraní. La respuesta de Europa fue imponer más sanciones.
9. Disuasión.- Una grave acusación contra Irán es que una vez que
adquiera armas atómicas, las empleará contra Estados Unidos e Israel. Eso no
tiene sentido racionalmente, ya que cualquier provocación de Irán contra uno de
esos Estados, que poseen miles y centenares de armas nucleares,
respectivamente, resultaría en la aniquilación total de su propio país, en un
inédito "suicidio nacional." Irán ya reconoció públicamente este
hecho.
10. Cambio de régimen.- La visión de algunos políticos estadounidenses
es que la motivación de Irán para buscar armas atómicas sería disuadir a
Washington de instigar un cambio de régimen o atacarlo directamente. Si esta
preocupación tuviese fundamento, entonces las armas atómicas de Irán se podrían
usar para impedir una guerra, lo que sería, paradójicamente, positivo. La
reciente caída del régimen de Libia reforzaría tal motivación, así como la
experiencia histórica del país. Durante los ocho años de la Guerra Irán-Irak
(1980-1988), Estados Unidos y Occidente apoyaron a Saddam Hussein y, a pesar de
ello, no hubo cambio de régimen en Teherán. Desde entonces, el régimen, sin
armas atómicas, se ha mantenido y fortalecido. No parece razonable que vaya a
ponerse en peligro buscando adquirir armas atómicas ante el esfuerzo concertado
por parte de Estados Unidos y de Occidente en el sentido de impedirlo. Este acto
sería contrario a sus propios intereses.
Estas son tan sólo algunas de
las razones por las que Occidente debe considerar la búsqueda de una solución
negociada y realista para la crisis que ya tiene más de una década, en lugar de
seguir con el endurecimiento de las sanciones internacionales y las amenazas de
intervención militar, parecer que ha demostrado ser ineficaz.
Teherán sólo aceptaría un
acuerdo en el que fuesen reconocidos sus legítimos derechos de enriquecer
uranio para fines pacíficos en el marco del TNP y que implique el levantamiento
gradual de las sanciones. A cambio, para construir la confianza, Irán debería
implantar la fatwa del ayatola Jamanei, que prohíbe armas atómicas, poner en
práctica el protocolo y los acuerdos subsidiarios, y cooperar con la AIEA para
resolver las ambigüedades técnicas de las supuestas dimensiones militares de su
programa atómico. Debería exportar parte de su inventario de uranio enriquecido
que exceda el consumo interno o convertirlo en combustible con enriquecimiento máximo
de 5 por ciento y, finalmente, establecer un consorcio multilateral para la
operación de las plantas de enriquecimiento en Irán.
Este paquete reconocería los
derechos legítimos de enriquecimiento bajo el régimen internacional de
salvaguardas nucleares, lo que garantiza que Irán siga siendo un Estado
asociado al TNP sin armas atómicas para siempre.
* Ingeniero naval, asistente
del Presidente de la empresa estatal brasileña Eletronuclear, y asesor especial
de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
Fuente: Leonam dos Santos Guimarães(2012). Diez razones por las que Irán
no quiere la bomba. MSIa Informa. Rio de Janeiro. 21 de diciembre de 2012.
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