Saturday, December 14, 2013

La OTAN y el futuro de la política militar europea


Elisabeth Hellenbroich, desde Wiesbaden
El tema de la comida navideña de la Sociedad Atlántica Alemana de este año, fue el futuro de la política militar de Europa. El conferencista invitado fue el ex-secretario de Estado del Ministerio de Defensa (1982-1989) el Dr. Lothar Rühl. La autora fue invitada al evento, celebrado en Bonn.

En el centro de la intervención, resaltó la pregunta: ¿Qué lecciones se pueden sacar de las operaciones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en las últimas décadas? Rühl fue incisivo en su crítica al recientemente negociado "tratado de coalición" entre los demócratas cristianos (Unión Demócrata-Cristiana y la Unión Social Cristiana y el Partido Socialdemócrata, calificándolo de una "gran coalición de miscelánea". Destacó también la "reluctancia" política de la canciller Angela Merkel, por su inhabilidad de romper el "desinterés político amigable" de la población de Alemania y, si fuese necesario, ir en contra de la voluntad popular.

Esta falta de una determinación política, dijo, puede llevar a una situación en la que Alemania sea aplastada por las "realidades" o, incluso, ser "devorada por los hechos", que, actualmente, no son adecuadamente percibidos. Al mismo tiempo, Rühl alertó de una "ampliación excesiva de la OTAN", en referencia a la expansión de la organización hacia el Este, ocurrida en los últimos años, rumbo a las fronteras de Rusia.

En un reciente artículo publicado en el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung el 11 de noviembre pasado, bajo el titular "Otoño caliente en la Guerra Fría", Rühl trazó un detallado panorama de los debates en torno al rearme de Alemania y la instalación de misiles Pershing II en el país, a inicios de la década de 1980, en respuesta a la decisión de la Unión Soviética de estacionar misiles estratégicos SS-20 en localidades próximas a la entonces Alemania Occidental. En la época, el movimiento pacifista alemán y europeo estaba en pleno auge.
Rühl mencionó también el recorrido del coronel soviético Nikolai Tscherwow, entonces Director de Asuntos Internacionales del Ministerio de Defensa de Rusia, por toda la Alemania Occidental, participando en reuniones del movimiento pacifista usando su uniforme militar, un "escándalo sin precedentes en la historia diplomática de la historia de posguerra". Tscherwow había sido invitado por el propio Rühl, para conversaciones que buscaban iniciar un diálogo continuo en el ámbito militar entre los dos países.

En un acuerdo con el entonces canciller alemán Helmut Kohl (1982-1998), le ofrecieron a Moscú "conversaciones secretas en el nivel de oficiales-generales", por medio del entonces ministro de Defensa Manfred Woerner, aprobadas por el gobierno soviético. Las pláticas fueron conducidas en una atmósfera racional y contribuyeron a cierto relajamiento no oficial, que siguió incluso después de la instalación de los misiles. En su conferencia, Rühl destacó que el mariscal Nikolai Ogarkov, jefe del Estado Mayor soviético entre 1977 y 1984, se mostró muy agradecido por tener la oportunidad de debatir directamente con oficiales-generales de Alemania Occidental.
Lecciones estratégicas y políticas
Es interesante observar el análisis de Rühl de las lecciones de los conflictos de las dos misiones de guerra en los Balcanes, en Bosnia, en 1994, y en Kosovo, en 1998-1999, y en Afganistán, a partir de 2001. Para él, las principales debilidades de la OTAN en tales operaciones fueron y son una cadena de comando difusa, la falta de un alto comando unificado y la ausencia de claridad en cuanto a los objetivos estratégicos y la propia duración de las respectivas intervenciones.

El efecto de la Guerra de Kosovo, después de cerca de 70 días, no fue muy "decisivo", afirmó Rühl, y una evidencia de esto, fue el hecho de que las fuerzas serbias iniciaron la retirada de sus fuerzas restantes -prácticamente intactas- de 47 mil hombres, a través de un puente cuya destrucción ya había sido anunciada por la OTAN. La confusión también fue evidente entre los lideratos políticos de muchos de los aliados occidentales: dados los históricos lazos de cercanía entre Francia y Serbia, se dieron varias fugas de información de los planes de los ataques de la organización a este país.

Otro factor es lo temporal: si la intervención de la OTAN en Kosovo hubiese empezado antes, las pérdidas hubieran sido substancialmente reducidas, afirmó Rühl, citando al general alemán Klaus Naumann, aunque semejante afirmación sea difícil de demostrar. Al final, el conflicto provocó una enorme ola de refugiados, de cientos de miles de personas, además de resultar en la destrucción de una importante parte de la infraestructura de la región.

Otro caso ejemplar es la intervención de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, siglas en inglés) en Afganistán, decidida después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. El resultado, después de más de 12 años de misión en el país asiático, con los EUA y los demás países integrantes de la ISAF ya comenzando a "desenganchar" a sus tropas (aunque todavía quedan 15 mil militares y 800 policías) muestra que la situación es totalmente incierta en Afganistán, en el vecino Paquistán y en la región de la frontera donde habita la etnia pashto, quedando sin solución la cuestión de cuándo ocurrirá la "salida estratégica" efectivamente.

De acuerdo con Rühl las lecciones estratégicas más importantes que pueden ser asimiladas de estas intervenciones militares son:
1) La cuestión del "timing" para el uso de la fuerza militar, que siempre implica serios riesgos e involucra la pérdida de tiempo valioso. Las intervenciones deben ser "limitadas";
2) Las futuras intervenciones militares necesitarán tener objetivos claros y realistas. "En la guerra de Afganistán, el principal objetivo -la estabilización del país- se volvió irreal desde 2001. Cada potencia extranjera en Afganistán fue y es considerada una "potencia ocupante" y una cuestión que aparece sin solución es la de la reconstrucción del país asiático;
3) El uso de la diplomacia en conexión con la amenaza de violencia, como el reciente ejemplo de Siria; y
4) La definición de un claro concepto de estabilización del país al sufrir una intervención

Finalmente, Rühl enfatizó que Alemania debe involucrarse más en la política internacional y comentó, de modo crítico, las relaciones entre los políticos y los militares del país. Destacó también un dilema particular de los alemanes: la falta de voluntad y el poder político. Y concluyó, destacando que solamente hubo tres cancilleres alemanes que tuvieron el coraje de gobernar, cuando fue necesario, contra la "indiferencia amigable" de la población. Konrad Adenauer (1949-1963), Willy Brandt (1969-1974) y Helmut Schmidt (1974-1982).
Fuente: MSIa Informa, 13 de diciembre de 2013.

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